En esta ocasión analizamos el cuadro del marino inglés Thomas Somerscales, específicamente una de sus escenas marinas titulada Fragata entrando al río Maule. Esta pieza de la colección de Casa Museo EFM actualmente se exhibe en el comedor de la residencia del exmandatario que, curiosamente, alberga diferentes elementos decorativos que aluden al mar.
En el año 2008, el inmueble que fuera la residencia familiar de Eduardo Frei Montalva (1911-1982), su esposa María Ruiz-Tagle (1913-2001) y sus siete hijos, abrió sus puertas a público de forma permanente bajo el formato de una Casa Museo que lleva el nombre del exmandatario chileno y siendo hasta la actualidad de los pocos museos de este tipo en nuestro país.
Dentro de las diversas colecciones que alberga esta Casa Museo es posible encontrar la de pintura, compuesta por una veintena de piezas de reconocidos artistas visuales de los siglos XIX y XX, además de un par de obras de dos de las más famosas escuelas de arte barroco, la Toscana en Europa y la Cuzqueña en Sudamérica. Algunas de estas piezas fueron obsequiadas a Frei Montalva durante su mandato presidencial (1964-1970), mientras que otras corresponden a adquisiciones del propio dueño de casa para la decoración de los espacios más públicos de su residencia, como el living, la sala de estar y el comedor.
En esta ocasión hemos escogido compartir con ustedes algunos detalles de un cuadro del inglés Thomas Somerscales, una de sus escenas marinas titulada Fragata entrando al río Maule. De esta pieza de la colección, desconocemos si fue un obsequio o una compra personal, pero actualmente se exhibe en el comedor de la residencia del exmandatario, curiosamente, albergando diferentes elementos decorativos que aluden al mar.
La obra elegida en esta ocasión corresponde a una escena marina en bastidor orientado horizontalmente trabajada en óleo sobre tela de entramado fino, con finas capas de pintura que dan gran realismo a los diferentes elementos en ella. Al centro de la obra una fragata, embarcación muy común en el siglo XIX, de velas cuadradas de color blanco. En la popa se puede observar una bandera chilena, mientras en la proa un miembro de la tripulación del barco. Al fondo el cielo, en tono celeste con algunas nubes en el horizonte y en el tercio inferior el mar, con un oleaje ligeramente amenazante y un par de roqueríos hacia la izquierda.
En la esquina inferior derecha se aprecia la firma del artista, Thomas Somerscales y el año de la obra, 1886. Está enmarcado por molduras de madera dorada, de tres niveles, talladas con motivos vegetales.
Un acercamiento nos permite apreciar el minucioso trabajo del artista en la embarcación, con detalles como la madera, las cuerdas, los espacios de la cubierta y el marino. Del mismo modo que en los trazos del oleaje, logrando una coloración en capas de gran calidad, con detalles como la espuma y las tonalidades del agua agitada por el viento.
Adentrándonos en la técnica y el estilo del artista, esta obra muestra de muy buena forma los atributos del marino inglés, que terminó viviendo algunas temporadas en Chile, convirtiéndose en un reconocido pintor de fines del siglo XIX en nuestro país. Su dominio de la técnica del dibujo es evidente, al componer con detalle la embarcación central de esta escena marina, pero sin restarle plasticidad a la pintura que logra cautivar con ese movimiento incesante de olas pintadas tan precisas.
Si bien es posible identificar en esta pieza los guiños a la pintura romántica, donde hombre y naturaleza conviven de forma dramática, el estilo del artista se aleja de esa grandilocuencia y en palabras de la historiadora del arte Beatriz Huidobro, Somerscales prefiere inclinarse hacia “connotaciones íntimas y sentimentales” dentro de este binomio hombre-naturaleza, donde su amor por esta última se manifiesta en la forma en la que la representa, con ese sentimentalismo que vemos, en este caso, en el oleaje del mar, que si bien no llega a ser tormentoso como en otras obras románticas, si otorga una cuota de dramatismo a la escena. Más aun prestando atención a la figura humana solitaria en la cubierta del barco pretendiendo conducirla a su destino.
No deja de impresionarnos que, sin ser pintor de profesión, Thomas Somerscales logra conmover con su obra de forma bastante transversal. Quizás su vida como marino lo hizo un gran conocedor de aquellos matices del mar como escenario para la vida del hombre, logrando plasmar no sólo los detalles del color de las aguas, sino también el movimiento, de igual forma que en el caso de la embarcación, dando al espectador incluso una idea del clima, la sensación del viento, la emoción del vaivén sobre las olas. Su pintura transmite el ritmo de la fragata entrando a las costas de Chile, con nubes que dan esa agradable sensación de un día despejado a quien se ubique frente a la obra, casi sintiendo la brisa costera justo en la cara.
- Beatriz Huidobro, “Somerscales en Tierra”, Somerscales en Tierra. Catálogo, Corporación Cultural de Las Condes, (Santiago: Corporación Cultural de Las Condes, 2005)